¡Así, así, cholito!

¡No puede ser!; ¡qué infamia!; ¿a dónde vamos a ir a parar?; ¡si ya no hay respeto por nada!; ¡habrase visto!; ¡si yo siempre lo dije, a estos cholos no se les puede confiar nada! Malagradecidos, votar por Ollanta, querer elegirlo presidente del Perú, cuando todo el mundo sabe que está en contra del sistema económico que tan bien nos ha hecho, que tantas inversiones y buenos negocios produce, dando un desarrollo espectacular a la república del Rimac. Herejes, brutos, insiminecupitres, fariseos, auquénidos metamorfoseados, atentar contra la esencia misma de vida del siglo XXI, el bendito mercado con su sacrosanta oferta y demanda, querer destruir de una plumada toda la civilización occidental y sus logros, la educación, la salud, la vivienda y los empleos de primer mundo que Perú iba a lograr, los mismos que el sistema económico impuesto por el sátrapa y continuado por los gobiernos de la concertraición, han dado a Chile, se los quiere negar a sus compatriotas peruanos con esas ideas socializantes, cargadas a chavismo y lulismo. Como si esto fuera poco y no ameritara una orden de la CIA para darlo de baja, más encima es nacionalista y nos quiere buscar el odio a nosotros, tan ordenaditos, limpios, incorruptos y cumplidores. Así que no se extrañen, dice mi perro Horacio, si pronto se descubre que el señor Ollanta Humala tiene nexos con los narcotraficantes, está siendo apoyado por Sendero Luminoso y es amigo de la banda de los cara de pelota. En Chile, los udiosos y los partidarios de renovación nazi-anal, no tienen problemas en estar contra Ollanta (dicho sea de paso, si fuera chileno, se llamaría O’ Chanta Humalais) ya que para ellos es fácil estar en contra de quién pretende atentar contra el intocable modelo y a la vez apoyar a una mujer que representa a una dictadura criminal y ladrona. El problema lo tienen los concertraicionistas, que si bien adoptaron el modelo impuesto por el sátrapa a sangre y fuego, en público han repudiado su accionar criminal. Sin embargo, dice Horacio, no hay que olvidar que Richita legitimó la constitución hecha por el hijo de Satán. Si hasta el mismísimo Premio Nobel de literatura peruano, el gran escritor Filiberto Darío Caca Rosa ha dicho que no votará por Keiko Fujimori, pues representa lo peor de lo peor de la historia peruana. Es de esperar que algún concertraicionista chileno se manifieste en el mismo sentido, aunque el presidente del Senado ya le hizo el quite al asunto diciendo que la elección peruana era un asunto donde los demás países deben morir en la rueda. Mi perro Horacio no puede creer lo que sus largas orejas escuchan, pues pensaba que ese lenguaje recalcitrante de momio conservador, pechoño y retrógrado había desaparecido de esta larga y angosta faja de tierra, pero ve con espanto como se alzan las más reaccionarias voces para condenar el primer lugar de Ollanta en las últimas elecciones peruanas. Voces que se levantan para defender un sistema económico que ha traído una desigualdad abrumadora, expresada en la mala calidad de la educación, una pésima salud, hacinamiento en las poblaciones, inseguridad frente a la delincuencia, verdaderas concentraciones habitacionales malas, feas y sucias, pobladas además con cientos y cientos de patos malos, drogadictos y todo lo peor y repugnante que el modelo produce. ¿Será ese el futuro que desean para el Perú o es que temen que el repudio al engendro económico se extienda y aquí también tomen conciencia y entiendan que la ley de la oferta y la demanda favorece siempre a quienes tienen la sartén por el mango y no precisamente a los pobres? Uruguay, Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela y ahora también Perú parecen haberlo entendido e inician un tímido camino. ¿Será Chile como siempre el último de América Latina? Oye, que le puso “güeno” el perro, ni que “juera” un can “escueliao”. ¿Y cómo “sabíh” que no?...