Tuesday, February 08, 2011

Me engañas mujer

El comandante Otto Van Risselberghe, también conocido como “La Jacqueline” debido a sus manifiestas inclinaciones homosexuales, ordenó abrir la barraca nº 43 del campo de concentración ubicado al sur del río Biobío. En esa barraca se ubicaban los judíos más desvalidos, aquellos enfermos terminales y también las abuelitas de más de ochenta años, que sobrevivían milagrosamente a la tiranía de Marepotus I. Una vez abierta la barraca y después que sus habitantes hubieran cantado a voz en cuello la felicidad ja já, se acercó sonriente Van Risselberghe y comunicó a los pobres infelices que había tenido una visión, donde se le conminaba a convertirse en el salvador del mundo, razón por la cual había concurrido a la capital del cuarto Reich a conversar y engañar al Fhürer Marepotus , consiguiendo la libertad para todos los infelices hacinados en esa barraca. Por de pronto, les haría construir una nueva y mejor barraca pidiéndoles humildemente que se trasladaran de inmediato a un recinto cerrado. Al cabo de tres horas, fueron todos gaseados y pasaron a engrosar la larga y millonaria lista de asesinatos cometidos en la historia de la humanidad.
Sin embargo, La Jacqueline no quedó impune, pues pasaba por allí Ensoñación Navarro, una extraña campesina que secretamente amaba a Marepotus y encontró la oportunidad de congraciarse ante su héroe. Rauda viajó “la campecha” al centro del país para “chupetear” a Van Risselberghe, no por haber engañado y luego gaseado a 360 judíos, sino por haber tenido el atrevimiento de usar el nombre del inmaculado Fhürer en un asunto de tan poca importancia. Enterado el Jefe de Estado de lo ocurrido en ese campo de concentración, ordenó que Van Risselberghe fuera enviado al frente ruso, donde se enamoró perdidamente de un cabo encargado de limpiar las letrinas. Después de dos años se casaron en Mendoza y vivieron felices con el sistema “su propina es mi sueldo”. Por su parte, Ensoñación Navarro nunca obtuvo los favores de Marepotus y hoy vive del arriendo de unos botes a pedales en una laguna de Constitución.
Mi perro Horacio, harto de engaños y cuentos, exige de inmediato la salida de Van Risselberghe del cargo de intendenta de la octava región del Biobío, ya que si la nueva forma de gobernar es con engaños y mentiras, dejarán de ser alternativa a la “concertraición” y tendremos pronto a los rapiñas a cargo de la conducción del país. No puede ser, dice mi perro, que la señora Jacqueline actúe como patrona de fundo, mintiendo y engañando a la población, recurriendo al castigo corporal -si fuera posible- con todos aquellos que no se inclinan ante su látigo. Como todos habrán advertido, la ministra de Vivienda dice que no hay tal proyecto, por lo tanto si no hay engaño para recibir recursos, entonces la intendenta miente, por lo que las explicaciones agravan la falta y no tiene salvación la deslenguada señora, aun cuando “Tusunami” en persona abogue por ella. Está convencido mi politizado can que la derecha está mostrando su verdadera cara y se diferencia de los “concertraicionistas” en que mientras estos tiran las manos a diestra y siniestra, los otrora partidarios del sátrapa son más mentirosos que Don Damián, engañando a la gente con el 7% de cotización para salud a los jubilados, en el post natal de seis meses, en la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto, en la reforma educacional, en las mejoras al “Chantantiago” y otras “exquisiteces”. Y eso que todavía no cumplen un año, así que no quiere ni pensar mi cuadrúpedo en la avalancha de mentiras y falsas promesas que vendrán cuando nuestro querido “patitas de alicate” supere el 50% de repudio a su gestión.

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