Terremoto en Chile

Es cierto. Aquí en la población, el terremoto no causó mayores estragos. Sólo unas cuantas copas, vasos, jarros, platos y también botellas se vinieron al suelo. Fue más el alboroto, el bullicio, la gritadera de las viejas, ¡lávame con tu sangre señor!, ¡lávame con tu sangre!, ¡por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa! El copete no se perdió porque ahora último lo compramos en cajitas, buen invento, para qué estamos con cosas. Una vez repuestos del susto, aunque todavía con un poco de tembladera, había que organizarse para resistir lo que viniera. Amaneciendo nomás, nos enteramos que el comercio mantendría cerradas sus puertas y nosotros en la “pobla” y también en el condominio y desde luego en el departamento de setenta y cinco millones de pesos, no teníamos ni siquiera para parar la olla. En eso pasó el “Jimmy” con el “Brayan” y el “Jonatan” y “loh” dijo: “cabroh, vamoh al super y traímoh algunah cositah”.
Cuando llegamos, ya las puertas y mamparas estaban de par en par, con la gente sacando de todo lo que pillaban, para el hambre y también para la sed. Yo me embalé en primera con un LCD Sony de treinta y siete pulgadas inglesas, a mi vecino le tocó un equipo de música y una comadre de la población salió cascando con un “pulento” microondas. Nooo, no es saqueo, no ve que nosotros no somos delincuentes, sólo que en situaciones extremas había que conseguir productos de primera necesidad, alimentos, pañales, agua, velas, pero llegamos tarde y no se puede perder el viaje, no ve que es mala suerte. Además, pensándolo bien, la tele va a servir para cuando llegue la “luz” y si algún vecino quiere ver en “mi” tele, bienvenido sea. Don Mario seguro va a poner su equipo de música a todo chancho y vamos a gozar como caballo. ¿El horno?, ¡pa’ calentar la comí’a!, ¡primera necesidad!, inglés a tres cabezas, ¿o no “decís” tú?
¿Qué salieron los “milicos”?. Bien me parece, ¿no ve que anda tanto ladrón y sinvergüenza suelto? ¡Mano dura presidenta! ¡a correrles bala a los “patos malos” y a los “güeones” aprovechadores!
Mi perro Horacio, escondido debajo de una mesa y con un saco de veinte kilos de alimento para perros de dudosa procedencia, siente una vergüenza y una pena que ni le cuento. El terremoto ha mostrado, dice, lo peor de la sociedad chilena, con ciudadanos exhibiendo en un momento difícil para el país y sus habitantes, un comportamiento bárbaro, canalla, desgraciado y criminal. No sólo se contentaron con saquear cuanto negocio se puso a su alcance, llevándose para sus casas lo que encontraron a mano, sino que también acudieron, como vulgares buitres, a las zonas más vulneradas por el movimiento y arrasaron con las pocas pertenencias útiles que les quedaron a los sufridos damnificados. Según mi cuadrúpedo, esto no es ni más ni menos la consecuencia de una sociedad educada en la carencia absoluta de valores, donde lo único que se enseña es el amor por el billete y también donde se es persona según la cantidad de bienes que se posee. Como en las escuelas libremercadistas y chicagueanas se aprende que cada problema se puede transformar en una oportunidad, qué mejor ocasión que un terremoto para mejorar nuestra posición social. Total, nadie valora la decencia, la moral, la ética, sólo se valora el tener, por eso que la televisión chilena endiosa a una puta por robar a un incauto japonés una millonada de dólares. Los ejemplos suman y siguen, dice mi perro, pero por ahora da por terminado este artículo pues le acaban de informar que hay un saqueo en tres tiendas de joyas, tan necesarias cuando ocurren estos cataclismos. Si llega a tiempo, la próxima semana podremos verlo con una cadena con la imagen de San Roque, patrono de los perros. Amén.