El padre facista y colizón.

¡Ha llegado el momento, hijo mío! Ahora, tu padre celestial y guía espiritual te enseñará como combatir al demonio que se incuba en tu cuerpo. Ya tienes 16 años y aquí, en tu pirulín, el mismo que estoy acariciando en este instante junto con tus adorables bolitas, se junta esa leche maligna que te haría pecar y desviarte del camino de la santidad que yo mismo he seguido. Gracias a Dios que me ha encomendado esta tarea divina de librarte de ese líquido pecaminoso que te llevaría directo al infierno. Observa, ángel de mi corazón, como a medida que froto (¡qué rico!, pero pa’callao) tu palito, éste se pone tieso y ya expulsa la cola fría de la maldad. No temas, joven católico, si abriste los dedos de los pies, es el señor que te premia por tu sacrificio.
Como ha sucedido con otros jóvenes de la parroquia, ven mañana a mi dormitorio y me sacrificaré doblemente por ti, hijo mío, no sólo te frotaré, también haré desaparecer dentro de mi cuerpo ese jugo infernal (perdóname padre, pero me llega a palpitar el “ollingui” de sólo pensar en el momento en que me lo mande a guardar) que debido a tu juventud, Lucifer produce en tí, pequeño corazón de María. Además, la próxima semana, querubín, me ayudarás a librarme a mí de esa pócima ponzoñosa, la santidad nos exige sacrificio y el Señor te pide que pongas a mi disposición tu joven e inexperto trasero, para alabanza y gloria de su nombre. ¡No!, no creas por un instante que estas son prácticas homosexuales o pedófilas, quienes así hablan tienen envidia de la obra del Señor y están guiados por Satán. Si pongo los ojos blancos, no hagas caso y sigue chupando hijo mío. Por último, si tienes un amiguito de tu edad con un paquetito igual o superior al tuyo, tráelo para ver si tiene también vocación de santo. Sí, como usted diga padre “Kakadima”.
¡Terrible!, qué quiere que le diga. Sin embargo, para mayor desgracia, demasiado cercano a la verdad de los hechos que desde hace muchos años se han denunciado y donde El Vaticano ha ocultado por décadas estos abusos a menores, confiados a sacerdotes que han dado rienda suelta a sus perversiones. Hombres enfermos que, aprovechándose de sus hábitos y de la creencia que la gente tiene en el sentido de que estos animales con sotana pueden comunicar con Dios, abusan sexualmente de niños, niñas, adolescentes y hasta adultos. La “Santa” Sede, con antecedentes de estos delitos, por siglos se ha hecho cómplice, trasladando de país a los delincuentes y brindándoles nuevos territorios para sus fechorías. De lo anterior no se escapa el papita nazi, quién, desde muchísimos años vive en Roma y ha tenido conocimiento de esos crímenes e hizo mutis por el foro, dando recién instrucciones de entregar a la justicia todos los antecedentes y también expulsar de las filas eclesiásticas a los pedófilos y abusadores. Lo anterior, debido a que no es posible a estas alturas tapar el sol con la mano.
En Chile, dice mi perro, se repite el mismo patrón que en Estados Unidos, Irlanda, España, México o Roma. En todos los casos, subraya Horacio, se trata de sacerdotes identificados con los sectores más recalcitrantemente conservadores, aquellos que se han opuesto a los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II, que querrían seguir con la misa en latín y con la iglesia sirviendo a dictadores y fascistas. De los salones parroquiales de la iglesia del padre “Kakadima” salió, hace casi cuarenta años, un puñado de muchachos fascistas a matar a un general para impedir que Salvador Allende asumiera el poder. Según el diario electrónico El Mostrador, el abogado que defiende al degenerado es hermano de uno de los asesinos. Recomienda mi perro leer el libro “El Legionario de Cristo” de los autores norteamericanos Jason Berry y Gerald Renner, donde se da cuenta de abusos de poder y escándalos sexuales bajo el papado de Juan Pablo II, donde no sale bien librado Ratzinger.
Termina Horacio rindiendo homenaje a esa iglesia que se convirtió en voz de los sin voz durante la dictadura criminal del sátrapa, con sacerdotes y religiosas arriesgando su vida por defender los derechos humanos, escondiendo a personas para salvarlas de muertes seguras en las garras de los criminales uniformados al servicio del burro gorila y carnicero, mientras “Kakadima” entregaba la comunión a la alta sociedad chilena y masturbaba a sus más atractivos hijos.