Tuesday, June 27, 2006

¡A parar a los delincuentes!

Preocupado por los altos índices de delincuencia que muestra nuestro país y como una manera de colaborar a la protección a la ciudadanía, hurgo en Internet y encuentro un extraordinario dispositivo fabricado en Tailandia, pero con licencia japonesa. Se trata del Sistema de detección de criminales, ladrones y mentirosos cuya sigla en español es SIDECRILAME. Ha tenido singular éxito en toda Europa y Asia, razón por la cuál y debido a su bajo precio, encargué uno para ponerlo a prueba y así ayudar a la individualización de este tipo de malandras que, desde muchos años a la fecha, afectan la normal convivencia nacional.
El SIDECRILAME, ante la presencia o cercanía de un malulo, activa una sirena parecida a las de las alarmas de los autos y enciende unas luces. Si la luz es amarilla, se trata de un criminal, si ésta es azul, ronda un ladrón y si se enciende la ampolleta verde, en las cercanías se encuentra un mentiroso. Demás está decir, que si se reúnen dos o más categorías en una persona, el SIDECRILAME hará funcionar simultáneamente las luces respectivas.
Entusiasmado con este novedoso aparato, me dirigí raudo al Ministerio de Justicia, para poner el SIDECRILAME a disposición de los encargados de luchar contra el crimen. A dos cuadras de distancia del sagrado edificio, el aparato comenzó con un ruido, tenue en principio y a medida que me acercaba a las puertas, chicharreaba que daba gusto, encendiendo las luces azul y verde de manera intensa. ¡ Qué raro!, no será que los enemigos de lo ajeno, parias de la sociedad, rondan también por estos contornos. ¡Qué osados!. El portero ministerial me ordenó apagar mi sistema de detección a la espera de la audiencia con el Ministro. Después de la correspondiente espera, el señor Hurtado escuchó atentamente mi exposición, luego de lo cuál encendí el SIDECRILAME. Apretar el botón y sentir los aullidos y el reflejo de las luces (azul y verde) fue totalmente instantáneo. ¡Uuuuu!, ¡Uuuu!. ¡Apáguelo!, ¡apáguelo!, ¡debe estar descompuesto!. De inmediato, Usía ilustrísima, ¿ no será que el SIDECRILAME es tan sensible que detecta a los ladrones y mentirosos que en este momento rondan el centro de la ciudad?. ¡Eso puede ser, eso puede ser!. ¿Y si lo llevo a otras reparticiones públicas, señor Ministro?. Nooo, ¡por ningún motivo!. Si su aparatito “falló” en mi propia presencia, imagínese lo que pasaría en el Ministerio de Interior, o en Hacienda o en Obras Públicas, por citar sólo algunos de los más inmaculados centros de la honradez y la transparencia nacional. Le aconsejo que no se acerque a ninguna municipalidad (¡Uuuuu!, ¡Uuuu!), tampoco intendencias (¡Uuuuu!, ¡Uuuu!), aléjese de los grandes empresarios (¡Uuuuu!, ¡Uuuu!), las tres luces podrían encenderse si pasa por el Ministerio de Defensa (¡Uuuuu!, ¡Uuuu!). Mejor apáguelo y no regrese hasta que el SIDECRILAME esté bien calibrado.
Desde Tailandia enviaron un técnico que revisó y requeterecontra revisó el aparato y certificó que no tenía la más mínima falla. Para lograr mis propósitos, me dirigí al Congreso Nacional. Bajando por el cerro hacia la Avenida Argentina, el aullido ensordecedor alertó de mi presencia a los funcionarios policiales (¡Uuuuu!, ¡Uuuu!), los que me escoltaron a la sala de plenarios, la luz amarilla alcanzaba su mayor intensidad si me acercaba al lado derecho del Palacio Legislativo, todas las luces encendidas, alboroto, ruido infernal de la sirena... ¡las luces!... Hasta que el SIDECRILAME explotó y no pude dar a conocer sus bondades a los parlamentarios, que en ese momento discutían una ley con mayores sanciones a los delincuentes de todo tipo. Para mayor desgracia la autoridad me detuvo por ruidos molestos y perturbación de la dignidad de los honorables. Estoy a la espera del proceso abreviado y con el aparato roto.
Mi perro Horacio, una vez más, pretende poner las cosas en su lugar y deja constancia que las causas de la delincuencia son muchas, entre otras, la impunidad en que permanecen los autores de miles de crímenes cometidos durante la dictadura del sátrapa, tal como el asesino de Víctor Jara, plenamente identificado y que trabaja en la Superintendencia de AFP, o los ladrones que se robaron las empresas públicas en fraudulentas privatizaciones, con un desfalco de seis mil millones de dólares en perjuicio del Fisco. Ante esto, ¿qué ha hecho la “concertraición”?. Agrega mi perro que no tienen moral para hablar de delincuencia los diarios “El Perjurio” y “La Teresa”, ya que junto a Alvaro Ladrón, en 1989 presidente del Banco del Estado, canjearon préstamos otorgados por el “Tatita” con una pérdida de 26 millones de dólares para las arcas del Banco. Termina mi can, seguro que el gran culpable de la delincuencia no es otro que este sistema económico neoliberal, que reparte miseria para el 90% de la población y que permite los robos institucionales, tales como los que cometen las AFPs, los bancos, las Isapres y todos aquellos que participan del poder y pretenden darnos clases de honradez entre tanta corrupción, delincuencia, mentiras y latrocinios.

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