Muere la bestia
En manos del Mandinga se encuentra la vida del sátrapa, carnicero y ladrón. Un equipo altamente especializado compuesto por cinco veterinarios y con experiencia en tratamiento y cuidado intensivo de bestias salvajes, vela día y noche por su salud. El sacerdote que le administró la unción de los enfermos, contó que al derramar agua bendita sobre el cuerpo, ésta chirrió con gran estruendo, evaporándose en el instante y dejando en el aire una fetidez tipo infierno en quinto grado. Desde luego, el mundo se ha visto sacudido por la noticia y grandes cadenas internacionales han destacado sus mejores equipos para informar de la cercana muerte del más grande representante del mal que la historia recuerde. En ese sentido, sobresale la presencia de periodistas del canal Animal Planet, que pretenden filmar un capítulo más de la telenovela Reino Salvaje, con participación en masa de los especímenes que por el lugar deambulan, incluidos unos animales viejos, patéticos, desdentados y arrugados que en los tiempos de gloria del infame comían carne cruda y lanzaban dentelladas a quién se les pusiera por delante.
Menudo problema han tenido los veterinarios para detectar el mal, pues primero no encontraban el corazón, con fuertes sospechas de su inexistencia; después no latía y por último descubrieron que se trataba de una piedra ejerciendo labores cardíacas. Tampoco tiene sangre, sólo horchata y se hace urgente y necesario un trasplante. La dificultad radica, según los exámenes, en que sólo es compatible con un gorila y si problemas cerebrales presenta, la compatibilidad es cien por ciento segura… con un burro.
Misas negras, ritos satánicos y gallinas degolladas componen las rogativas que su manada ofrece para que el Pillán no llame a las hogueras eternas a su predilecto, más desgraciado aún que el demonio de Tazmania y que el Chupacabras, monstruo asesino que por estos días llega a su fin. La Iglesia Católica, esperanzada en que a último momento se arrepienta y sea recibido donde nunca ¡jamás! va a estar, lo ha encomendado a San Francisco, patrono de los animales para que ruegue por su despiadada alma.
Mi perro Horacio pide respeto por los animales y se niega a que tan detestable engendro del infierno sea comparado con cuadrúpedos y similares. Reflexiona mi enfurecido can sobre el hecho innegable de que la sola mención del innombrable desata lo peor de la sociedad chilena y revive en sus partidarios el odio recalcitrante que profesan contra quiénes se oponen a la muerte, la tortura, las desapariciones y tantas otras violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el período más negro en la historia de Chile, representado por esta sabandija que ¡por fin!, desaparecerá de la faz de la tierra. Y pensar que sobre esa “obra” han actuado los gobiernos de la “concertraición”, no sólo administrándola, sino que profundizándola y actuando en su defensa. Seguramente y para “transparentar” los últimos hechos de corrupción, los “udiosos” negociarán un funeral con todos los honores a cambio de terminar con el caso Chiledeportes y similares. Total, si algunos miles de millones de pesos se fueron al bolsillo de los sinvergüenzas, era dinero para los pobres. Es decir, simple hojarasca comparado con los cientos y cientos de miles de millones que rapiñó el candidato a fiambre. Se comenta que una vez que estire la pata, ni los gusanos comerán su carne, convencidos de indigestarse y perecer por causa de tan repugnante alimento.
Menudo problema han tenido los veterinarios para detectar el mal, pues primero no encontraban el corazón, con fuertes sospechas de su inexistencia; después no latía y por último descubrieron que se trataba de una piedra ejerciendo labores cardíacas. Tampoco tiene sangre, sólo horchata y se hace urgente y necesario un trasplante. La dificultad radica, según los exámenes, en que sólo es compatible con un gorila y si problemas cerebrales presenta, la compatibilidad es cien por ciento segura… con un burro.
Misas negras, ritos satánicos y gallinas degolladas componen las rogativas que su manada ofrece para que el Pillán no llame a las hogueras eternas a su predilecto, más desgraciado aún que el demonio de Tazmania y que el Chupacabras, monstruo asesino que por estos días llega a su fin. La Iglesia Católica, esperanzada en que a último momento se arrepienta y sea recibido donde nunca ¡jamás! va a estar, lo ha encomendado a San Francisco, patrono de los animales para que ruegue por su despiadada alma.
Mi perro Horacio pide respeto por los animales y se niega a que tan detestable engendro del infierno sea comparado con cuadrúpedos y similares. Reflexiona mi enfurecido can sobre el hecho innegable de que la sola mención del innombrable desata lo peor de la sociedad chilena y revive en sus partidarios el odio recalcitrante que profesan contra quiénes se oponen a la muerte, la tortura, las desapariciones y tantas otras violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el período más negro en la historia de Chile, representado por esta sabandija que ¡por fin!, desaparecerá de la faz de la tierra. Y pensar que sobre esa “obra” han actuado los gobiernos de la “concertraición”, no sólo administrándola, sino que profundizándola y actuando en su defensa. Seguramente y para “transparentar” los últimos hechos de corrupción, los “udiosos” negociarán un funeral con todos los honores a cambio de terminar con el caso Chiledeportes y similares. Total, si algunos miles de millones de pesos se fueron al bolsillo de los sinvergüenzas, era dinero para los pobres. Es decir, simple hojarasca comparado con los cientos y cientos de miles de millones que rapiñó el candidato a fiambre. Se comenta que una vez que estire la pata, ni los gusanos comerán su carne, convencidos de indigestarse y perecer por causa de tan repugnante alimento.
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