Wednesday, August 02, 2006

No los vamos a echar ni de menos.

El Ministro de Relaciones Exteriores chileno, señor Alejandro Foxley, admite la posibilidad de que tropas del ejército NAZIonal viajen en misión de paz a El Líbano y colaboren en la solución del conflicto producido por Israel al bombardear territorios indefensos de ese país, matando de manera brutal, cobarde y aleve a civiles indefensos en sus propias casas y departamentos, incluyendo mayoritariamente niños, mujeres y ancianos. La “experiencia” que los uniformados chilenos tienen en la materia sería valiosísima y diecisiete años en guerra contra la población civil y desarmada no puede desperdiciarse, piensa el Canciller mapochino.
Pero no sólo eso, sino que lo adecuado sería el número de efectivos que debieran trasladarse para poner en cintura a tanto terrorista que pretende subvertir el orden en la región de Oriente Medio y globalizar el conflicto entre las buenas y civilizadas fuerzas occidentales y las oscuras, tenebrosas, maquiavélicas, perversas, degeneradas, incultas y malvadas redes del terror internacional.
No menos de setenta mil efectivos andinos es conveniente movilizar, incluyendo obligatoriamente a todos los oficiales y también al personal de planta, únicos capaces, por su valentía, heroísmo, arrojo y decidida actitud, a pacificar cuanto país se les ponga por delante. Para que la misión arroje con prontitud resultados positivos y la tropa avance por los desiertos altamente motivada, debe llevar al frente a los más grandes héroes que el siglo pasado engrandecieron la patria: ¡El Tatita!, sátrapa universal que librado de los juicios que se le siguen por asesino, ladrón y traficante conducirá magistralmente las fuerzas del bien atravesando a punta y codo las cálidas arenas orientales. ¡porque estamos en guerra señores! ¡y no ha terminado la guerra!.
Que tiemble Hezbollah, pues en tenida de combate los enfrentará el nunca bien ponderado Mamo, acompañado por el “tirrible” Corbalán Castilla y su “rasquento” bigote, sin contar con las condecoraciones y medallas que ganó Krasnoff Marchenko torturando mujeres y hombres amarrados de pies y manos. A precaverse talibanes, que el Fanta y el guatón Romo recorrerán cada cueva de Afganistán en busca de Osama, que no puede dormir al saber que lo buscan estos paladines de la justicia y la libertad. No más Intifada, paz en la franja de Gaza y Cisjordania, pues Laureani, Moren Brito y secuaces menores, reivindicarán el nombre del caudillo maricón, huaso desgraciado que se hace el loco para poder librar y alzarse como figura mundial en el arte del birlibirloque y también como campeón planetario de la tortura, el secuestro y desaparición de aquellos que juró proteger. Sirios, iraníes e iraquíes, lloren pues verán con sus propios ojos a Salas Wenzel, Torres, Herrera Jiménez, Pincetti, Krants Bauer, Vargas Bories, Francisco Zúñiga, Cabrera, Burgos y tantos otros próceres nacionales dispuestos a darlo todo por pacificarlos. Eso sí, no vayan a mostrarles un revólver y menos hagan amago de dispararles, pues de seguro todos ellos se cagarán en un tiempo, huyendo por las cálidas arenas más fuerte que los camellos y beduinos que por allí transitan.
Mi perro Horacio asegura que toda esta escoria, estaría mucho mejor al lado de las fuerzas armadas israelitas, bombardeando poblaciones civiles desde kilómetros de distancia, de manera cobarde y artera, ensañándose porque sí con mujeres, ancianos y niños, pues tal como sus pares chilenos, el imperialismo norteamericano para eso los ha educado y no hace nada cuando cometen vilmente sus crímenes, tal como sucedió en Chile a partir de 1973 y tal como lo hacen los sionistas con sus vecinos, donde el único en el mundo que se opone a que se pare la masacre contra pueblos indefensos es el borrachín de Bush y su camarilla de negociantes de la muerte en cualquier lugar del mundo. Aprovecha la ocasión mi perro de comentar que con esta calaña no es posible formar fuerzas de paz y que si todos mueren por esos lados, harto desierto hay para que sus restos desaparezcan calcinados por el sol, no los vamos a echar ni de menos. El único que parece entender y conocer a sus “regalones” es el “udioso” Colloma, pues asegura que los uniformados están para la seguridad interior de la nación, no vaya a ser que por esas lejanas tierras alguien los confunda y pretenda que entren en algún combate en igualdad de condiciones y sin amarrarse la manos y vendarse la vista previamente, que es como a ellos les gusta. Aconseja mi perro que incluyan también a los pacos, en especial aquellos que en el hospital verde compran en 25 mil pesos una blusa quirúrgica que vale dos mil setecientos. Como para condecorarlos, ¿no le parece?.

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