Asociación ilícita para la corrupción

¡No puede ser!, ¿cómo es posible que el colorín Zaldívar, senador de la República y antiguo militante de la DC (cuyas siglas significan Desgracia Cristiana y también Dame la Coima), haya negado su voto en el Senado para que el “Chantantiago” recibiera 290 millones de dólares?; ¿no sabe este señor que los conspicuos dirigentes de ese partido tienen familias y que, como todo el mundo, deben celebrar una buena navidad y un mejor año nuevo? Lo anterior, sin contar que es necesario que después de un año “sirviendo al país” tengan unas largas y merecidas vacaciones y es posible que ahora, sin dinero que financie la mayor aberración de transporte público jamás conocida en Chile, ¿Dónde van a tirar las manos?.
Sin tener en cuenta la inmensa “vocación de servicio público” demostrada por ministros, subsecretarios, asesores, alcaldes, concejales y similares de esa tienda, el honorable senador los ha calificado de asociación ilícita para la corrupción. ¡Eso no se puede tolerar! En consecuencia, la expulsión debe venir de inmediato, pues por siglos y siglos se ha respetado la tradicional ley del silencio en organizaciones de esa clase. Incluso en la edad media se observan en Italia los primeros signos de pactos secretos y solemnes de no revelar la naturaleza de algunas operaciones de sociedades de dudoso origen y fines, lo que ha derivado hasta nuestros días en poderosos lazos de influencia y poder de la cosa nostra, la mafia, la camorra y similares. ¿Se imagina usted si uno de los secuaces de Alí Babá y los cuarenta ladrones se hubiese ido de lengua revelando el paradero de la cueva y el origen de los tesoros que ocultaba? Habría significado un giro en toda la historia de la humanidad y los “cabros chicos” tendrían un cuento menos que conocer, sin tomar en cuenta que Alí Babá tendría que haberse declarado en bancarrota, cambiar de giro y convertirse en político de profesión, haber creado Chilerecortes o un Chantantiago, o una empresa estatal de ferrocarriles o el sendero de Arabia (¿Por qué de allá era este caballero, o no?), o un Ministerio de Obras Públicas, o haber vendido licencias falsas para conducir camellos, o haber ocupado platas públicas para su campaña o cualquier otra de esas nobles actividades de servicio público que gastan moderadamente y con absoluta transparencia.
Por lo tanto, si el inefable colorín no ha sido llamado en los últimos tiempos al desposte del animal y le han correspondido solo los huesos que componen la cazuela popular, debe “morir en la rueda” esperando su oportunidad de volver a participar de lleno en la “conchupancia” y no echar al agua a sus socios llamándolos ladrones, sinvergüenzas, pillos y coimeros. En resumen, la expulsión procede, no tanto por negar los dólares para el “Chantantiago”, sino que más encima por “abrir el tarro”.
Mi perro Horacio, aclara que en la DC, como en otras organizaciones, existe de todo y de que hay personas sanas, honradas y bien intencionadas, las hay, por supuesto que sí. Aclara mi perro que le encuentra razón al colorín en cuanto a negar las platas, pues el sistema de transporte metropolitano está mal diseñado y además muy mal ejecutado, sin control, con micros que se quedan varadas por falta de mantenimiento todos los días, que los tiempos de viaje han aumentado y mil calamidades más, menos para los empresarios que la están cortando a cincel gracias a los contratos desgraciados que algún importante funcionario público firmó (¿le habrán mojado la mano?). Apelando a su gran formación como politólogo, Horacio afirma que el éxodo del señor Zaldívar se debe fundamentalmente a la inexistencia de ideologías y a la igualdad de motivaciones que existen entre los partidos de la derecha y de la “concertraición”, donde es lo mismo ser “socio listo” que “udioso”, desde todas las trincheras se adora al becerro de oro y se siguen los dictados neoliberales a ultranza favoreciendo el aumento de la desigualdad.
Termina mi perro saludando respetuosamente a ese gran dominicano que es el señor José Rafael Almonte y preguntando a quien tenga noticias por la salud y el paradero del “compañero” Vilches, que no se deja ver ni oír por las canchas domingueras.