Métodos de sanación
De un tiempo a esta parte y debido a tanta enfermedad que aqueja a la familia chilena y también al fracaso del plan Auge, que es más fulero que el “Chantantiago”, han aparecido variadas terapias conducentes a sanar los males del cuerpo y del alma. Conocidas por su antigüedad y eficacia son la acupuntura y la iriología, pero hoy no le van en zaga, al menos en publicidad, las flores de Bach (¿se escribirá igual que el músico?, la aromaterapia, el Tai-Chi, el Tai-Won, la apicultura, la barroterapia, la meditación trascendental, ¡Hare Krishna, hare!, la equinoterapia, las hierbas del Orinoco y las sales mezcladas con pedazos de uña de la gran bestia.
Ni corto ni perezoso, mi perro Horacio se ha instalado con su consulta donde promociona con gran éxito la chanchoterapia, que consiste en desvestir a la paciente en una sala totalmente higienizada, tenderla en una camilla y refregarle unos chanchos chicos por todas las partes del cuerpo, especialmente donde la o el paciente sufren los dolores más intensos, aquellos que otros métodos no han podido aliviar. Según culturas milenarias, que habitaron en las cuevas de Madagascar allá por el siglo XXV antes de Cristo, el chancho reserva para sí una gran carga de energía que usará para deshacerse de sus males, pero como ya no se revuelca tanto en el barro como antes, desplazado en esa labor por la clase política, conserva enormes cantidades de iones que traspasa al ser humano al haber contacto entre cerdas y piel. En cinco sesiones de una hora y media, el paciente recupera fuerzas, salud, destrezas y hasta capaz que vea la luz y abandone para siempre las filas de la “concertraición” y también de la derecha, instalándose raudamente en las trincheras de la verdadera izquierda, siempre y cuando no se le ocurra formar un sindicato.
Para casos difíciles, Horacio, de lo más compuesto en su delantal blanco, recomienda dormir con un chancho grande, pero por favor, no piense mal, no se trata de nada “serxuale”, los chanchos grandes son de lo menos cautivantes que se pueda imaginar, sólo se trata de terapia y se debe abrazar al chancho por lo menos durante tres horas seguidas cada noche, cuidando muy bien de no tapar su nariz, ya que es posible que el marrano se incomode y tienda a sacarse el pijama. Estos chanchos terapéuticos comen avena marca Quaker y beben agua mineral Vital, alimentos que serán de cargo del paciente. El tratamiento está al alcance de todo bolsillo, se aceptan tarjetas de crédito, convenios con sindicatos y atención especial a centros de madres.
Pero no sólo eso, ya que si usted vive en algún campamento o población marginal, de esas que muy poco se ven en esta larga, angosta y rica faja de tierra, tiene la posibilidad de instalar una consulta tan revolucionaria e innovadora como la de mi perro, las materias primas necesarias para la sanación están al alcance de la mano… o de la piel. Intente con la pulgoterapia, ¡qué dichosas son las pulgas, que se suben a tu cama, a gozar de tu hermosura… de la noche a la mañana! En Bolivia y Perú, específicamente después del terremoto, se han logrado prodigiosos resultados con las pulgas, las que bien amaestradas, son capaces de extraer hasta la última gota de sangre enferma del cuerpo del paciente. No confundir con los chupasangre, esos están ocupando cuanto cargo haya disponible y dan pena tratando de bailar cueca. Pronto llegará al país la famosa ciencia de la garrapataterapia, la que unida a la piojoterapia, la chincheterapia y los demás tratamientos aquí descritos, lo harán abandonar los hospitales desde hoy y para siempre.
Ni corto ni perezoso, mi perro Horacio se ha instalado con su consulta donde promociona con gran éxito la chanchoterapia, que consiste en desvestir a la paciente en una sala totalmente higienizada, tenderla en una camilla y refregarle unos chanchos chicos por todas las partes del cuerpo, especialmente donde la o el paciente sufren los dolores más intensos, aquellos que otros métodos no han podido aliviar. Según culturas milenarias, que habitaron en las cuevas de Madagascar allá por el siglo XXV antes de Cristo, el chancho reserva para sí una gran carga de energía que usará para deshacerse de sus males, pero como ya no se revuelca tanto en el barro como antes, desplazado en esa labor por la clase política, conserva enormes cantidades de iones que traspasa al ser humano al haber contacto entre cerdas y piel. En cinco sesiones de una hora y media, el paciente recupera fuerzas, salud, destrezas y hasta capaz que vea la luz y abandone para siempre las filas de la “concertraición” y también de la derecha, instalándose raudamente en las trincheras de la verdadera izquierda, siempre y cuando no se le ocurra formar un sindicato.
Para casos difíciles, Horacio, de lo más compuesto en su delantal blanco, recomienda dormir con un chancho grande, pero por favor, no piense mal, no se trata de nada “serxuale”, los chanchos grandes son de lo menos cautivantes que se pueda imaginar, sólo se trata de terapia y se debe abrazar al chancho por lo menos durante tres horas seguidas cada noche, cuidando muy bien de no tapar su nariz, ya que es posible que el marrano se incomode y tienda a sacarse el pijama. Estos chanchos terapéuticos comen avena marca Quaker y beben agua mineral Vital, alimentos que serán de cargo del paciente. El tratamiento está al alcance de todo bolsillo, se aceptan tarjetas de crédito, convenios con sindicatos y atención especial a centros de madres.
Pero no sólo eso, ya que si usted vive en algún campamento o población marginal, de esas que muy poco se ven en esta larga, angosta y rica faja de tierra, tiene la posibilidad de instalar una consulta tan revolucionaria e innovadora como la de mi perro, las materias primas necesarias para la sanación están al alcance de la mano… o de la piel. Intente con la pulgoterapia, ¡qué dichosas son las pulgas, que se suben a tu cama, a gozar de tu hermosura… de la noche a la mañana! En Bolivia y Perú, específicamente después del terremoto, se han logrado prodigiosos resultados con las pulgas, las que bien amaestradas, son capaces de extraer hasta la última gota de sangre enferma del cuerpo del paciente. No confundir con los chupasangre, esos están ocupando cuanto cargo haya disponible y dan pena tratando de bailar cueca. Pronto llegará al país la famosa ciencia de la garrapataterapia, la que unida a la piojoterapia, la chincheterapia y los demás tratamientos aquí descritos, lo harán abandonar los hospitales desde hoy y para siempre.
5 Comments:
Lo puedo leer muchas veces y de las muchas me volveré a reir.
"Venta de pomada" se le dice a veces a tanto método de sanación.
Gracias, hija mía, a mí también me pasa lo mismo, a pesar que otros lectores no han sentido la misma sensación.
Queridisimo feligrés,a mi me pasa lo mismo que a "Uds";but I cultivo el bajo perfil,me pregunto,¿y esta niña tan bonita,es parte de su curriculum,mi querido puntero izquierdo?.Anonimamente,Saturnino.
Por favor pregunte a nuestro informado can si conoce algún método para el mal de amores que me aqueja en estos momentos...
para Don Saturnino y para la señorita Gloria:
Es mi hija, y es melliza con el gran hincha que todos los domingos, con sol, con viento, con lluvia, con calor o con un inmenso frío, está apoyando al ramillete de veterrugas que intenta correr detrás de una pelota, a la que jamás podrán alcanzar y menos, mucho menos, hacerse un oviiiiiiillo en el suelo, ruge el cemento, ulula la multitud, se prepara el expreso del zanjón...
Preguntado mi can sobre la existencia de alguna pócima o un método de sanación para el mal que mi hija dice padecer, filosóficamente ha respondido: llora tranquila, llora con pena, pero por favor, tira la cadena...
Post a Comment
<< Home