Comisión Contra la Corrupción

La triple C ,también conocida como Comisión Contra la Corrupción, formada hace dos años para combatir a todos los sinvergüenzas, ladrones, estafadores, vagos, mentirosos, coimeros, atracadores y rapiñas que pululan por montones en ministerios, subsecretarias, municipios y cuanta repartición pública existe y cuenta con “tellebi” para repartir, anuncia con gran pesar, que debe cesar en sus funciones hasta nuevo aviso.
Creada bajo el alero de los municipios de Recoleta, Huechuraba y Viña del Mar, dio un gran golpe cuando descubrió a un chofer de una camioneta fiscal, llevándose un kilo de huaipe para su casa. No menos impactante resultó el caso de una manipuladora de alimentos de un jardín infantil, sorprendida in fraganti cuando guardaba en su cartera dos manzanas para comérselas con sus dos hijos de tres y cinco años, impidiendo tal vez, que estos infantes iniciaran una carrera delictual a partir de tan abominable hecho.
Pero cuando la triple C llegó al máximo en su celo y rigor para denunciar la apropiación indebida de especies fiscales, fue cuando descubrió a un contrabandista de pelotas de pin pon, que aprovechándose de su cargo de secretario general de un club deportivo, compró con dineros fiscales cincuenta pelotas de pin pon, de las cuáles sólo pudo justificar el uso de cuarenta y cinco, sin que sea posible averiguar hasta el momento si las otras cinco pelotas efectivamente se compraron o sencillamente las platas se ocuparon o en campañas políticas o en la compra de una parcela de agrado que el inculpado posee en Champa, lugar además que era utilizado por este criminal para efectuar sus gansteriles reuniones, asociaciones ilícitas formadas con el único fin de apropiarse de las cinco pelotas o su equivalente en dólares americanos. Es decir, que la triple C fue capaz de desenmascarar al hombre del contacto en Champa, que tanto mal han hecho a las sociedades educadas en los principios cristiano-occidentales.
La razón por la cual la triple C dejó de existir no tiene comparación con estos grandes crímenes, pero en honor a la probidad y transparencia, debe pasar a mejor vida ya que su presidente, el octogenario Rasputín Colloma, fue sorprendido completamente enviagrado disfrutando de la compañía de dos bellezas femeninas y un colihuinca en un motel de la comuna de Pudahuel, a quiénes convenció que lo acompañaran a todo tipo de perversiones a cambio de puestos de jefas de gabinete y similares en las comunas antes mencionadas. El secretario por su parte, es accionista mayoritario de la consultora GMA (¡Ganemos Más Ahora!), empresa que negoció asesorías con municipios acerca de temas tan importantes como el tipo de conversación de los pacientes en las salas de espera de los consultorios municipales, relaciones de buena convivencia entre vecinos de pasajes paralelos y transversales, mil cien formas de caminar bien por el barrio y recetas populares para cocinar en días de pre emergencia ambiental. Por estos sesudos estudios, GMA cobró sepetecientos mil monos, los mismos que la Contraloría no encuentra ni en Chilerecortes ni en el “Chantantiago”. Pero lo que puso la lápida a la triple C, fue la arrancada de tarros del tesorero, que le pasó toda la plata al junior, un viejo chico conocido como el “piñata”, quién lo engrupió con la chiva de que si no se operaba los párpados a la brevedad, iba a quedar ciego.
Comenta mi perro Horacio que la lista de irregularidades y de personajes comprometidos es mayor, pero que pasaron un billetito para que en este artículo no se les nombre, debido a que están con posibilidades de ejercer importantes cargos en un probable gobierno de renovación nazi-anal y no les conviene quemarse. Con estos antecedentes, según Horacio, no hay posibilidad alguna que termine la corrupción, lo mejor sería que se fueran todos. Pero si lo hacen, ¿quién gobernaría este pobre y triste país? Termina mi perro asegurando que en todas las reparticiones existen funcionarios trabajadores, honrados, eficientes, abnegados y serviciales, pero a la hora de los quiubos, ¿quién podrá defenderlos?