Tuesday, July 11, 2006

¡Que felicidad, que alegría, somos millonarios!

Faltan palabras para agradecer las maravillas que nos entregan los técnicos concertraicionistas en contubernio con algunos empresarios de la construcción, siguiendo las políticas y reglamentos creados por el sátrapa y que tanto criticaron a través de CIEPLAN y otras entidades donde vendían la pomada para recibir financiamiento externo antes de entrar en la conchupancia y convertirse en ministros, subsecretarios y jefes de servicios públicos, agarrándose a la teta sin soltarla durante cuatro períodos consecutivos de gobierno. En efecto, a lo largo y ancho de este sufrido país, vemos las inmensas mansiones de ¡DOCE Y NUEVE METROS CUADRADOS! que se construyen para las familias más modestas que han tenido la desgracia de nacer en esta larga y angosta faja de tierra.
Sin embargo, la aseveración arriba indicada tiene mucho de parafernalia y también se advierte en ella una calculada mala intención, pues la verdad pura y simple, aquella que los ignorantes no son capaces de advertir, es que estos diseños revolucionarán las técnicas constructivas del futuro, llegándose al fin de la historia como pronosticaba Fukuyama. En primer término, estos palacetes son inmensos ahorradores de energía, ya que para calefaccionarlas sólo hace falta una vela o dos ampolletas de bajo consumo de sesenta watts cada una. Si lo que se necesita es una temperatura agradable en verano, hay que poner un cubo de hielo en un vaso en el centro de la casa y tendrá una temperatura de veintidós grados Celsius durante seis horas continuadas.
Las dueñas de casa, casi todas jefas de hogar, no deberán gastar gran tiempo en el aseo ¡qué cuesta barrer una pieza de cuatro por tres metros!, dedicando así gran parte de su tiempo en trabajar para juntar grandes sumas de dinero que les permitirán jubilar magníficamente a los sesenta y cinco años y agregarle ¡tres metros cuadrados más! a sus magníficos aposentos, donde podrán vivir sus diecisiete nietos con sus respectivas parejas.
También estas soñadas casas, mejores que el Transantiago, superiores a la puerta giratoria, mejor pensadas que la política energética y a gran distancia de la reforma educacional chilena, cooperarán en el avance liberal de la sociedad chilena, pues los padres, responsables de la formación integral de sus hijos, podrán dictar clases presenciales de educación sexual en la única cama que a nivel del piso puede ubicarse. ¡ya niñitos, cómanse toda la comida, pues van a conocer el vuelo del ángel!. Mamá, ¿ y mi papá?. Está sacando las planchas del techo para poder cumplir con este taller práctico de sexología, hijita.
Las respectivas secretarías regionales de vivienda están gestionando créditos para que todas estas familias puedan adquirir televisores de plasma y así poder colgarlos de las paredes. Desde Australia llegarán las bolsas marsupiales que, afirmadas de las murallas pueden albergar hasta doce personas durmiendo cómodamente. Si la familia crece y como es habitual en este tipo de asentamientos humanos, reciben allegados, se instalará un riel en medio del techo para colgar seis bolsas más. Es decir, estas espectaculares creaciones habitacionales pueden llegar a contener a ¡dieciocho personas!. Se desechó la solución esquimal de dotar a estas inmensidades de pieles de lobos marinos pues organizaciones proteccionistas de la flora y fauna exigieron como condición previa un estudio de la población de los animalitos, pero Celco no quiso poner el billete y las autoridades medio ambientales no se mueven sin las respectivas órdenes “de arriba”. No está demás mencionar que estas casas ayudarán a solucionar problemas de obesidad en la población chilena, ya que por sus dimensiones no podrán admitir en su interior gente con un peso superior a setenta kilos, tanto por el espacio como porque se hunden debido a la calidad de los suelos en que están construidas.
Mi enfurecido perro Horacio no está para bromas, pues considera indignante, infame, desgraciado, vergonzoso y criminal lo que se hace con la gente más humilde, más pobre y más necesitada de las regiones. Está mi encolerizado can convencido de que la sinvergüenzura ha llegado a límites inconcebibles, ya que los “empresarios” cobran tres millones de pesos por una “solución” aberrante que con suerte cuesta un millón de pesos incluido el terreno, pequeño y de mala calidad. Supone mi perro que él o los funcionarios públicos responsables de estos “planes” deben llevar una buena tajada de las “legítimas” y módicas utilidades del doscientos por ciento que estos negocios dejan, sin considerar la devolución de gran parte del IVA que además reciben. ¿Y después se quejan del aumento de la delincuencia?. ¿De cuál?, ¿ la de los pobladores, o de los empresarios o de los funcionarios concertraicionistas encargados de las “soluciones” habitacionales para los pobres del país?