Una estatua para Bielsa

Como se sabe, Chile ha clasificado para el próximo campeonato mundial de fútbol. Entre tanta celebración y tropical jolgorio, tres diputados de la “concertraición”, al parecer en manifiesto estado de ebriedad, han llegado hasta las oficinas del Congreso para presentar un proyecto de ley que conceda la nacionalidad por gracia al entrenador de la selección nacional, el señor Marcelo Bielsa, nacido en la provincia de Rosario, Argentina.
Creo que los señores diputados, aún con su estado etílico a cuestas, se han quedado cortos. Los títulos y prebendas que deben otorgarse al señor Bielsa por lograr clasificar a la escuadra chilena, son los siguientes:

Vicepresidente vitalicio de la nación
Comandante en jefe de las fuerzas armadas en su grado de capitán general
Miembro perpetuo de la Corte Suprema de Justicia
Accionista mayoritario del Banco del Estado de Chile
Santo Patrono del deporte nacional
Cardenal Arzobispo del perpetuo socorro del sagrado corazón de Jesús
Maestro mayor de la gran logia masónica
Inspector de atmósferas
Doctor en ciencias ocultas en su grado de gran cachafaz
Reemplazante del capitán Corneta
Lonko sagrado del pueblo mapuche y asesor internacional de Aucán Huilcamán
Panelista estable del programa Tolerancia Cero
Cuidador del cráneo de José Miguel Carrera
Alguacil mayor de la policía nacional
Comodoro del aire
Propietario del 10% de las futuras acciones de Codelco.
Vizconde de la Patagonia Chilena, con cien mil hectáreas a su haber para programas de colonización.
Lo anterior, en virtud de una encuesta con cobertura nacional realizada instantes después de terminado el último encuentro de las clasificatorias, con un 90% de adhesión y un margen de error porcentual de más menos 2,5%. Fuente: Consultora NOMESTEHUE.
Como casi siempre ocurre, mi perro Horacio está totalmente en contra de esta verdadera orgía de celebraciones, que nos deja como un pobre y triste país bananero, con excesos que sobrepasan toda medida y prudencia, con canales de televisión transmitiendo horas y horas la misma tontera., como si el país se moviese absolutamente gracias a una pelota de fútbol.
Por si no se acuerdan, dice mi perro, el señor Bielsa gana aproximadamente 80 millones de pesos mensuales por hacer su trabajo y si lo ha hecho bien, no significa que tengamos que poco menos que canonizarlo.
Por primera vez, mi advertido can está de acuerdo con un señor diputado de la Udi (Dios nos libre y nos guarde), específicamente don Juan Lobos, que al enterarse de las andanzas de sus colegas manifestó: “francamente, estamos haciendo el ridículo. Con razón los jóvenes no se interesan en la política. Esta es la demagogia andando en patines”. Por fortuna, dice Horacio, después de haber dormido la mona y con los efectos de la resaca al hombro, los diputados retiraron el proyecto de ley, pidiendo disculpas por su desatinado proceder. Lo que pasó, dijeron, es que los “copetes” se nos fueron a la cabeza y nos contagiamos con la fiebre de celebración futbolera que recorre a lo largo y ancho nuestra querida patria.

Calidad de Vida

Chile es el país que tiene la mejor calidad de vida de toda Latinoamérica. Lo anterior, según una medición que cada cierto número de años lleva a cabo un organismo dependiente de las Naciones Unidas. Por primera vez, estoy de acuerdo con esa medición, debido a que este país tiene enormes ventajas sobre su entorno. De partida, ninguno de ellos cuenta con el maravilloso “Chantantiago”, el que está pensado para que la gente disfrute esperando su autobús, entre cuarenta minutos y una hora, gozando como loco, especialmente si es en invierno, a eso de las seis de la mañana y con temperaturas bajo cero. ¡Viera usted la caras de felicidad de los “chilensis”, dando diente con diente y con las “patejuás” más heladas que las gónadas de Tarzán!

Para los que no comprenden, hay que decir que a los connacionales les sobra el tiempo y la “concertraición” ha ideado a propósito este sistema de espera para consumir aquello que nos sobra y sin el “Chantantiago” sería puro y simple aburrimiento. Pero no sólo eso, sino que además tenemos que ocupar el tiempo ocioso en interminables esperas en los consultorios de salud pública, donde debemos llegar a las seis de la mañana para ser –con suerte- atendidos a las dos de la tarde. El sector privado también coopera y nos ofrece gratuitamente la posibilidad de hacer una fila en la oficina bancaria, esperando una hora para cobrar un modesto cheque. Lo mismo ocurre cuando se trata de pagar cuentas de agua, de luz o de gas. ¡Qué felicidad, que alegría, somos millonarios!
Pero si de diversión se trata, hay millones de chilenos que, pletóricos de alegría e inigualable calidad de vida, juegan a ser monos y convierten sus casas en verdaderas jaulas, enrejándolas hasta por el techo, de puro juguetones que son. Tanta popularidad alcanza esta diversión, que Santiago es la ciudad más enrejada de Latinoamérica después de Sao Paulo y Buenos Aires.
También se manifiesta nuestra mejor calidad de vida en la educación, la salud, la justicia, las organizaciones políticas y en el culto a San Bielsa por habernos clasificado al mundial de fútbol 2010, alabado sea su nombre y bendita su sangre, amén señor, amén, amén, amén.
Con apenas un 10,8% de cesantía y con una organización socio-económica de las más desiguales del mundo, donde tres mil familias ganan en conjunto lo mismo que ocho millones de chilenos, nos levantamos día a día con la cara llena de risa y nos carcajeamos de lo lindo cuando no tenemos con qué parar la olla. No tendremos que comer, pero en calidad de vida somos campeones sudamericanos.
Mi perro Horacio, preocupado por la opinión de don Jorge y ante un posible desalojo de su humilde hogar, cree que el informe es más mentiroso que político en campaña y si fuera cierto, habría que llorar a mares por la situación de los demás países, ya que estarían recontra requete fregados, con el excremento llegándoles a la altura de la nariz y rogando por la aparición de un salvador que les ofrezca un cambio, el mismo que demagógicamente ofrece un chico de patas cortas si lo eligen presidente el próximo 13 de diciembre.