Thursday, January 19, 2012

Modelo de sociedad igualitaria, fraterna y solidaria.

Pero, ¡como se le ocurre!, los chilenos no somos ni clasistas ni discriminadores, somos una nación absolutamente solidaria y comprometida con los más desposeídos y buscamos por todos los medios conformar una sociedad igualitaria, en un marco de permanente felicidad y alegría. Ahora que yo no me sienta bien sentándome a comer en una misma mesa con la empleada de la casa y menos, mucho menos con el jardinero y eso que ellos están con nosotros hace veinticinco años, no significa que toda la familia no los quiera ni los considere, los saludamos todos los días amablemente y les pedimos que atiendan lo mejor posible a los maestros que vinieron a arreglar el techo. Hay que considerar que yo soy arquitecto y no puedo compartir con estos “hombrecitos”, no porque me sienta mal, sino debido a que ellos estarían a disgusto con mi presencia, ellos comen porotos y carbonada, mientras yo me tengo que conformar con centolla, carne de guayú, champaña y whisky, no soporto el tinto matapenquero que toma el maestro Lucho y no leo La Cuarta, ellos no entienden el Diario Financiero, yo no conozco la población y ellos desconocen totalmente el sistema de inyección de mi BMW, ¿me entiende? En todo lo demás, no tenemos ninguna diferencia, salvo que mis acciones, bonos y debentures rentan un uno o dos por ciento más que sus pobres herramientas, pero alguna diferencia debe haber, ¿no le parece?
No es que me importe el color de la piel, pero los “negritos” son cosa de ahora recién en la ciudad de Santiago, no se trata de discriminarlos, menos, mucho menos ser racista, pero como personas normales, solidarias y buena onda que somos, lo menos que podemos pedir es un “tiempito” para acostumbrarnos, digamos, ¿veinte, veinticinco años? Pasado ese tiempo, creo que no habrá ningún problema para que caminen por las calles de la ciudad libremente. Sí, es cierto, pero los indios -con los cuales solidarizo plenamente- son porfiados, buenos para el trago, flojos, hediondos, borrachos de mierda, ¿qué se habrán creído, acaso uno no tiene derecho a tener un campito de 5.000 hectáreas? Para eso mi trabajo me costó y estos desgraciados infelices ¿quieren quitármelo?
Usted sabe lo que es la Teleton, todos los chilenos ponemos dinero para el tratamiento que les hacen a estos pobres niñitos y niñitas, ¿no ve que somos solidarios?, pero es un abuso que en todas partes los favorezcan con estacionamientos y otras prebendas, por eso es que diariamente, cuando voy al supermercado y gasto como un chileno cualquiera 300 mil o 400 mil pesos, ocupo sin ningún tipo de complejo el estacionamiento para discapacitados, total, está más cerquita y casi todos estos desguañangados no tienen auto y en Chile todos somos iguales. ¿Tengo o no tengo razón? Sí, es cierto, apenas un cinco por ciento de la población “solidaria” chilena aporta voluntaria y sostenidamente para alguna buena causa, pero es justo también que disfrutemos de lo que honradamente ganamos, no vamos a estar regalándoselo a una tropa de sinvergüenzas aprovechadores que no saben lo que es levantarse temprano y sufrir con los tacos y demoras diarias para llegar a nuestras oficinas, ahora que toda la rotería tiene auto y circula sin pagar por “nuestras calles”. Perdone que no le hable ahora de la cantidad de peruanos, ecuatorianos, dominicanos, ¡haitianos!, bolivianos y hasta ¡nigerianos! que han llegado por estos lados, pero es que hay un viejo cochino en la puerta de entrada que no cesa de tocar el timbre, seguro quiere plata para el copete, ¡córrete viejo’e mierda!, trabaja, borracho, flojo, hediondo…
¿Qué las “nanas” (eufemismo inventado por los chilenos para denominar a las empleadas domésticas. N.de la R.) y los maestros vayan por las mismas calles por donde nuestros niños juegan en sus bicicletas? ¡por favor!, ¿en qué país libre y democrático se ha visto eso? Deben ser ideas comunistas, Sodoma y Gomorra, ¿A dónde vamos a llegar con esas ideas?, ¡Dios mío y la Virgen María que por siempre santísimo sea su nombre!
Consultado de urgencia en su lugar de vacaciones, Horacio ha dicho que no piensa morder ni ejercer ningún tipo de violencia contra el tipo que declara. Lamenta eso sí, que sean tantos los que piensen y actúen como el desafortunado declarante, lo que nos convierte (en realidad hemos sido siempre así) en un país racista, discriminador e individualista. Como si esto fuera poco dice mi perro, además somos cínicos, ya que nos definimos de una manera, pero si nos ponen frente a un espejo, no nos gusta para nada la imagen que allí se refleja.

Tuesday, January 03, 2012

¡No hay salud!

¡Solucionado el problema!, ¿se acuerda que le conté que en un hospital público de la zona oeste de la capital atendían a los pacientes en sillas de ruedas y en las salas de espera? Bueno, desde hace tres semanas, no hay ninguna queja, ¿qué pasó, se conmovieron las autoridades, despidieron a unos cuántos zánganos del Ministerio del Interior que estaban contratados como asesores en seguridad pública y control de la delincuencia y con esos millones compraron camas para los enfermos pobres?¡ Nooo!, nada de eso, como se le ocurre. Resulta que por la calle Portales, cerquita del hospital, está la sede del Club Deportivo “Los wachiturros del gotán”, mezcla rara de modernidad y sentimiento gaucho; el presidente del club, don “Luchito” para más señas, se conmovió y como el hombre es emprendedor, partió para el hospital con unas cuantas mesas que sacó de la sede del club y organizó un “pulento” campeonato de brisca entre los aburridos pacientes. Total, si ya estaban sentados y no tenían nada que hacer, qué mejor que tirar las manos un rato mientras el suero y los remedios iban lentamente ingresando a las venas, ¿no le parece? Según las bases del campeonato, si el enfermito está como que entrega las herramientas, algo así como que está más para el otro lado que para éste, tiene derecho a participar a través de un acompañante. Ha tenido tanto éxito la iniciativa, que debieron conseguir más mesas y organizar una competencia de dominó, una de cacho y también hay tres parejas de enfermos esperando el inicio del campeonato de carioca. Aclara mi perro Horacio que los juegos se llevan a cabo ininterrumpidamente, por lo que si un enfermo es hospitalizado a las tres de la mañana, a eso de las cinco o cinco y cuarto ya está participando, ya sea por la copa Ánfora o en la serie “Camino al Cielo”, dependerá del estado en que el individuo llegue.
Pero no se crea que todo ha sido como miel sobre hojuelas, ¡nada de eso! En primer lugar, se debieron prohibir las apuestas, ya que más de algún paciente se retiraba de la sala de juego, ¡perdón!, de espera, con tres botellas de suero y dos indovenosas, las que dijo habérselas ganado al enfermo de la silla cuatro y más encima con un capote. Además, se no se aceptan jugadores o jugadoras que pertenezcan al personal del establecimiento, dado que en el piso siete y mientras la enfermera de turno se atravesaba con el chancho seis, una viejita se ahogaba por que no le habían cambiado el tubo de oxígeno. El otro inconveniente es que ahora los enfermos rechazan las camas y exigen ser hospitalizados en las salas de espera y en sillas de ruedas e incluso sillas plásticas, total, entre estar acostado y mirando para el techo las 24 horas de los larguísimos días, es preferible el dolor del trasero y entretenerse tirando cartas y naipes. En consecuencia, ahora sobran camas y faltan sillas. Se estudia reformular el presupuesto del hospital y construir más salas de espera con sus correspondientes sillas de hospitalización, los naipes y las cartas se comprarán por medio de la caja chica, don Luchito será adscrito a la planta de trabajadores no remunerados y el ministro de salud contratará a un funcionario del partido para el cargo de coordinador de juegos de salud, cuya labor será hacer nada y recibir una suma mensual de $5.600.000 al mes. Es decir, hay que institucionalizar el sistema de juegos de salud como una terapia, ya que ayuda a los pacientes, ahorra recursos fiscales y permite que un sinvergüenza se lleve una tajada del interminable desposte del animal.
A propósito de animales, mi perro Horacio opina que aquí el único al que vale la pena destacar es a don Luchito, tanto, que cuando mi perro se acuerda de él se “le pianta un lagrimón”. Don Luchito es quién verdaderamente merece ser autoridad y representante popular, no esos descriteriados que ya empezaron a rayar murallas, a colocar lienzos y a escribir estupideces en panfletos que hoy se reciben en las casas de todas las comunas, para que en octubre volvamos a ser imbéciles y votemos por ellos en las elecciones municipales. Los mismos aprovechadores que hemos elegido una y otra vez para que nos metan el dedo en la boca y el dinero en su bolsillo cuando nomás se les presenta la oportunidad.