Wednesday, October 22, 2008

Policías y delincuentes

¡Ahora sí que tocamos fondo! Si usted tenía dudas de que nunca íbamos a llegar a esto, estará de acuerdo en que ya no queda nada que cause asombro. En efecto, los efectivos de la PDI, que antes significaba Policía De Investigaciones y ahora significa Podemos Dejarte Ir, mantenían, en conjunto con funcionarios del poder judicial, una red delictual que permitía borrar antecedentes y también condenas, de tal modo que los malandras sólo tenían que ponerse con el billete para salir tranquilamente del “chucho” y también para librar del “canazo” cada vez que eran apañados por los mismos que después les prestaban sus servicios para dejarlos libres de polvo y paja, tal como si fueran inocentes palomas.
Sin embargo, no todo es negativo en esta red de apoyo para la libertad incondicional de los malacatosos. Desde luego, esta organización desmiente aquello de que el funcionario público es cómodo y no tiene capacidad de emprendimiento. El grupo de policías y funcionarios judiciales ha demostrado que son innovadores y que saben aprovechar una buena oportunidad de negocio, tal como lo recomiendan los manuales del sistema económico neoliberal, para que el empleado llegue algún día a ser un gran empresario. Además, han probado que, sin importar la edad o la preparación de cada uno de los miembros de la organización delictiva, saben manejar las tecnologías de información para llevar adelante su empresa, pues borraban de lo lindo antecedentes, condenas anteriores y prontuarios de cada uno de los clientes que contrataban sus “asesorías”, poniéndolos en libertad en menos de 24 horas.
Como si esto fuera poco, aplican lo último en materia de mercadeo, segmentando la clientela y cobrando tarifas diferenciadas, fijándose más en la capacidad de pago del “consumidor” que en el servicio prestado. Así, los precios podían variar desde unas cuatrocientas “luquitas” hasta los seis “palitos” por conseguir una “irreprochable conducta anterior” para el autor de seiscientos veinte delitos cometidos en los últimos cinco años o por unos certificados auténticos de disfunción eréctil o cacho de paraguas en el caso de un reo que violó a cincuenta mujeres, tiene 48 hijos y se va a la ducha con la toalla colgada en el “meador”. Como si con eso no bastara, contribuye este grupo a evitar la recesión económica en Chile, dado que los últimos estudios sobre la materia dan cuenta de los millones de dólares que cada nación gasta en perseguir, enjuiciar, encerrar y tratar de rehabilitar a los “patos malos”. ¿Ha pensado usted cuántas personas quedarían cesantes si se acabara la delincuencia? Miles, entre gendarmes, policías, jueces, abogados, actuarios, psicólogos, ministros, subsecretarios, alcaldes, concejales, cocineros, etcétera, etcétera y etcétera. En consecuencia, los funcionarios de la PDI y del poder judicial no hacen más que dinamizar la función de la industria del delito, capturando a los “malacates” para luego ponerlos en libertad por una justa retribución monetaria y enseguida volver a perseguirlos.
Mi perro Horacio, indignado por este escándalo, donde los policías sueltan a los ladrones y traficantes, no entiende la falta de ética de las autoridades superiores de estos individuos, que no renuncian ni se ponen colorados ante tamaña barbaridad. Mientras los ex policías libraban a cualquier traficante o asesino que pagara la tarifa, el Director de Investigaciones acudía a Rusia con una tremenda comitiva, incluido un grupo de cantos y bailes folclóricos, tratando de ser reelegido como director regional de INTERPOL, cargo que finalmente no logró. No pretende mi perro dar lecciones de honradez ni de moral y recomienda de ahora en adelante que cualquiera que tenga la oportunidad, tire las manos como condenado, dejando siempre una importante suma para pagar su libertad si es que la pierde, total en el siglo veintiuno todo se vende y se compra, sólo hace falta tener el cuero duro para algunos días en la capacha. Advierte mi perro qua ya no existen ni sueños, ni utopías y menos ideales, el mundo es para los frescos, sinvergüenzas, “chantas” y aprovechadores, que han sabido sacar ventajas de las oportunidades que les brinda “el modelo”.

Friday, October 10, 2008

¡Superhueón!

Un nuevo héroe comienza a perfilarse en todos y cada uno de los rincones de esta larga y angosta faja de tierra. Un personaje necesario, capaz de desenvolverse en las muchas y difíciles situaciones que se producen debido a los papeles que se interpretan en este libreto de comedia con que se pretende llevar adelante la existencia, tal vez subsistencia, de nuestra nación. En efecto, y para poder soportar cada sandez que día a día se escucha a diestra y siniestra, a derecha e izquierda, a babor y a estribor, ha nacido en Chile el máximo de los héroes, el único, él último, el más fuerte…¡ señoras y señore!s, ¡damas y caballeros!, ladyes and gentlemen!, con usteeeedeeees… ¡Superhueón!, el héroe con piel de elefante y sangre de horchata, capaz de escuchar a un candidato durante hora y media y no aburrirse ni tratar de estrangularlo, ¡Superhueón!, que ha dado una muestra de fortaleza increíble al aceptar de buen grado las declaraciones del Gran Cachafaz, el inefable Mentecato Vidal, ¡Superhueón!, imitado pero jamás igualado.
Es tanto el poder de nuestro héroe, que es capaz de pasearse durante horas y horas por calles y plazas de la capital rodeado de pancartas, afiches, fotografías, lienzos y similares, con fotografías de personajes abyectos llamando a votar por ellos, verdaderos artífices del mal, sin que se le mueva ni una pestaña y su privilegiado físico no sufra la menor molestia. Para comprobar la capacidad de sus super poderes, ¡Superhueón! estuvo un día completo en una sesión de la cámara alta, sin abandonar la sala de plenarios. A tanto llega su magia, que ¡Super hueón! está convencido que los gobiernos del capitán Corneta y de la Zarina Bacheletovna son de izquierda y favorecen al pueblo.
Pero no sólo eso, queridos contertulios, ¡Superhueón! está convencido que las elecciones las gana el que tiene mejores ideas y está dispuesto a trabajar por la gente de su comuna, ¡Superhueón! usa sus poderes para convencerse a sí mismo que Kortazovich terminará arreglando el “Chantantiago” sin necesidad de pedirle a “Rapiñaquis” que vuelva con las micros amarillas, ¡Superhueón! se traga las ruedas de carreta del Ministro de Hacienda “Malasco” cuando dice que Chile está preparado para enfrentar la crisis económica internacional y poderosamente cree que los economistas estudian veinticinco años para decir ¡cuando hay tormenta, todos nos salpicamos!, ¡para hacer una tortilla, hay que quebrar huevos!, ¡lo único que se ha perdido es un jarrón! y otra sarta de estupideces. A tanto llega su fuerza y encanto que ¡Superhueón! está convencido que la televisión chilena es cultural, que la ministra de “enducación” es la doctora Pollo y su subsecretaria la Micaela, que estudiando en una “uniisidá privá” se aprende lo que no se aprendió en doce años, se obtiene un título “uniisitario” y estamos listos para triunfar en la vida. ¿Saben por qué?... Por eso, por que es…¡Superhueón!, el héroe que jamás morirá, vivirá aunque las autoridades encargadas de dirigir Ciudad Gótica, en conjunto con los dueños de la misma, lo mantengan a pan y agua por los siglos de los siglos y le aprieten los coquimbanos con un alicate de vez en cuando para que no se le vaya a ocurrir usar sus poderes en contra del orden establecido.
Mi super perro Horacio agrega que ¡Superhueón!, además de todos sus superpoderes tiene la magnífica condición de adoptar múltiples identidades y es posible verlo en las poblaciones de los alrededores de Santiago con los nombres de “Brayan”, “Maikel”, “Dayan”, “Richar” “Cristofer”, “Greis”, “Yoana”, “Yeorye” y otros similares, se lo pasa bartoleando de lo lindo, tomando sus chelitas, fumando de la “güena” y “carretiando” que es un gusto, mientras los supervacas hacen y deshacen con el país y también con el billete.
Sin embargo, no le alcanzan los poderes a mi noble can para comprender como estos ¡Superhueones! no se unen, participan y les dan una supertremenda PLR a todos estos superdesgraciados que llevan años de años en medio de corruptelas y negociados, sin importarles un ápice el porvenir (como dijo el poeta) de los más pobres y necesitados.