Thursday, January 27, 2011

El regreso de los gatos de campo

No hay caso. Sin importar el color de los partidos que estén en el gobierno, siempre aparecen los consabidos gatos de campo, dispuestos a llevarse para la casa hasta el agua de las flores, las flores y también los floreros. Las coimisiones en la compra de un puente mecano, en la organización de una regatas por parte de la Armada y las acusaciones verdaderas que se hacen sobre el ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea en el sentido de que contrató a su señora, a su hija y hasta la empleada con cargo al presupuesto de la institución, no hacen sino confirmar lo que Horacio viene pregonando hace algunas décadas y es el hecho que el color del billete no conoce ideologías, todos se subyugan ante su poder y atracción y terminan tirando las manos a diestra y siniestra, seguros de que a lo más serán sancionados por uno que otro medio de comunicación, pero que gozarán de la más absoluta libertad para disfrutar de sus multimillonarias rapiñas, presentándose además como grandes señores y respetables familias, en circunstancias que son más ladrones y delincuentes que toda la galería de presos que se quemó en la cárcel de San Miguel. Ahora no se trata de funcionarios de rango medio ni tampoco políticos de mala fama pertenecientes a la desprestigiada “concertraición”, aquí estamos hablando de ministros, generales y coroneles. Es decir, la primerísima línea después de Piraña, presidente tan querido en Punta Arenas después del alza en el precio del gas para consumo domiciliario.
Pero como si esto fuera poco, han debido mostrarle la puerta a un militar que tenía serias intenciones de comprarse una casa de más de un millón de dólares, pues esa era la residencia, dijo, acorde a la dignidad del cargo, olvidando –según averiguaciones de mi perro Horacio- que a los doce años había que amarrarlo para poder restregarle el cuello con un pedazo de ladrillo y así poder soltarle el piñén pegado a su piel. El mismo individuo recién se compró sus primeros calzoncillos a los 21 años, una vez recibido el primer sueldo, dado que hasta entonces usaba unos calzones hechos con las camisas viejas de su papá. La misma persona que lo vio “cuenteando” colillas para poder fumarse una pipita para saciar su deseo de nicotina, no puede entender eso de la dignidad del cargo en un tipo más ordinario que traficante de sapolio. Seguro que aquí también había una pequeña coimisión, ya que con plata baila el monito, ¿no le parece?
Por todas las razones anteriores y también por muchas más que de seguro no se conocen pero que significan el enriquecimiento ilícito de varios cientos de civiles y uniformados que tienen la oportunidad y la autorización de poner las manos en los dineros fiscales, es que mi perro Horacio solicita poner fin a la ley reservada del cobre impuesta por la tiranía del sátrapa, pues concede en la actualidad, alrededor de ¡TRES MIL MILLONES DE DÓLARES AL AÑO! a los uniformados chilenos, sin que tengan necesidad de dar cuenta de la forma en que gastan esa inmensa fortuna. Sospecha mi perro que muchas manos se tiran al maraño, construyendo así grandes fortunas personales, las que pagan mansiones, casa de veraneo, vacaciones en el extranjero y muchas otras cosas, para después pavonearse ante los millones de “pobletes” nacionales del dinero obtenido merced a su “esfuerzo”, “dedicación” e “inteligencia”. Y no escribo más tampoco, ya que nadie pone un “billetito” para que mi perro coma alimentos balanceados y ricos en proteínas, esos mismos que hacen brillar el pelaje del cuadrúpedo, debiendo mi esclarecido can contentarse con el raspado de la olla… cuando queda.