Monday, May 18, 2009

Hospital de Talca

Mi nombre es Segundo González, también conocido como don “Chundo” o como el maestro González. Durante los últimos cinco años he desempeñado la labor de cerrajero quirúrgico en el prestigioso hospital de Talca. Llegué a ocupar tan destacado puesto, luego de acompañar a mi compadre Estanislao Oyarzún, al que le decimos compadre Tani. Mi compadre, como les decía, tenía hora para operarse del “celebro”, pero el neurocirujano que le iba a sacar el quiste no tenía como abrirle el cráneo, ya que el hospital de Talca no contaba, hace cinco años, con instrumental para esa operación. Como en Talca somos casi todos conocidos y yo le había hecho unos trabajos en su casa al doctorcito, éste me dijo: ¿se anima don Chundo? Casualmente yo tenía mis herramientas y con un taladro y un esmeril portátil, “galleta” que le dicen, acompañé al “dotore” a pabellón y con la autorización de mi compadre Tani, procedí a “meterle fierro”, igual que si estuviera haciendo una reja, sólo que sobre la cabeza del paciente, o sea, de mi compadre. Cuando el galeno (“cáchese la palabrita”) terminó su parte y como yo no podía soldarle el mate con la soldadora al arco que tenía en la camioneta, mi “colega” me sugirió que le metiera unas “grampitas”, cosa que hice usando un martillito chino que compré en Santiago. Seguidamente, otros “facultativos” (aguaite el “manso” léxico que me gasto) le reacomodaron la piel y la cabellera. A los quince días, mi compadre Oyarzún dejó el hospital por sus propios medios y hasta el día de hoy, está de lo más alentadito.
No cobré nada por mi participación, ni siquiera unos bonos de Fonasa. Mi comadre, la señora de mi compadre me mandó una torta, pero yo hubiese preferido dos botellas de tintolio, una para mandarle al doctorcito por la oportunidad tan grande que me dio. Como la necesidad era mucha y el instrumental escaso, el doctor “Chaflanga” me recomendó y me contrataron a media jornada, tiempo que ocupaba en asistir a los doctores en sus procedimientos de sanación. Es así como ocupé alicates, sierras, limas, escofinas y casi todas las herramientas en diversas cirugías y tratamientos. A tanto llegó la confianza y la amistad con mi colega “Chaflanga”, que en la mañana operábamos y en las tardes el me ayudaba con las defensas de ventanas, los portones y las rejas metálicas. ¡la de huesos y fierros que cortamos y “encachamos” en esos cinco años!.
Por desgracia, a unas enfermeras se les murió una guagüita, a la que por falta de remedios en la farmacia del hospital, la calmaban con unas gotitas de aguardiente de San Rosendo, pero parece que se les pasó la mano en la noche y le dieron al angelito mucho remedio y se le coció la guatita a la pobre. Ahí vino la intervención y me “aguaitaron” mientras depilaba a un paciente con un soplete, procedimiento no establecido por la ciencia médica, pero harto más rápido cuando el individuo está bajo los efectos de la anestesia. Desde ese momento sólo me dedico a la cerrajería y si quiere mis servicios, consulte mi página web.
Esta historia, si bien un poco exagerada, no dista mucho de la realidad que viven el Hospital de Talca y muchos otros hospitales del servicio público de salud, donde no hay elementos quirúrgicos para operar a los pacientes, los remedios brillan por su ausencia y los doctores y funcionarios tienen que hacer maravillas para poder brindar atención a los pacientes en condiciones a veces infrahumanas, atendiendo hasta en los baños, pues donde se necesitan cien camas hay veinte. En algunos casos, los propios funcionarios tienen que comprar de sus bolsillos algunos insumos, ya que ni termómetros ni tomadores de presión existen, mientras el presupuesto de salud crece año tras año y los asesores gobiernistas encargados de mejorar la gestión hacen crecer sustancialmente su tajada.
Por eso es que mi perro Horacio no entiende los resultados de una encuesta recién publicada, donde los extranjeros nos ven como un país responsable, con instituciones serias, eficientes y responsables. ¿Dónde la vieron?, ¿no será que le encargaron el estudio imagen país a Don “Chundo” y su compadre “Chaflanga”?