La palabra del burro
No menos admirado quedo con la “chica” del tiempo, pues todas las noches a eso de las 22:03, nos pide proteger nuestra piel de la acción de los rayos ultravioleta usando un “buen factor”. Convencido que en la escuela aprendí poco y nada, nuevamente debo consultar el diccionario: Factor: elemento condicionante que contribuye a lograr un resultado; cada uno de los términos de una multiplicación; empleado de ferrocarril encargado de facturar el equipaje. En consecuencia, cuando la niña nos llama a protegernos, no sabemos si es con las tablas de multiplicar, con el empleado del ferrocarril o con algún elemento condicionante. En todo caso, nuestra madrecita, cada vez que vamos a la playa o al campo, nos protege del sol embetunándonos a diestra y siniestra con un bloqueador solar y mientras de mayor factor sea, más nos ayuda.
Pero cuando más asombrado quedo, es al escuchar términos tales como señalética y conflictuado, los que NO EXISTEN en la lengua que usamos habitualmente y menos, mucho menos, en otras lenguas. Lo anterior, sin considerar la sarta de sandeces vomitadas sin el menor pudor por los comentaristas deportivos, tales como: “ese jugador sabe mucho con la pelota en los pies”, lo que significa que si desea dar la PSU, debería hacerlo pateando una pelota entre cada pregunta. No menos impactante es escuchar: “comienza el partido y el score es cero a cero” ¡Extraordinario! ó “para que sea gol, la pelota debe cruzar la línea del arco en más de un cien por ciento” ¿Qué más se puede pedir?
Mi perro Horacio, se indigna a tal punto con estas barbaridades del lenguaje, que bloquea su mente y por esa razón no puede recordar otras “joyas” del hablar chileno, difundidas por quienes tienen la responsabilidad de educar a través del micrófono y de la palabra escrita a millones de compatriotas que no tienen la posibilidad de acceder a la educación superior. Desgraciadamente, opina mi perro, hoy las universidades privadas sólo miran la educación como un negocio -el de la venta de títulos- y es así como existen alrededor de 50 carreras de periodismo en 36 facultades, con 1.880 vacantes para el 2008, la mayoría sin exigir requisitos de ingreso y con una futura cesantía asegurada para más del 90% de los que se “titulen” dentro de cinco años.
Relacionado con lo mismo, sufre mi versado can por el estado de salud del gran Volodia Teitelboim, poeta, escritor, político esclarecido, premio nacional de literatura y gran cultor de la palabra hablada y escrita, la que usó de manera fina, elegante y refinada, culta y sofisticada, colocándose por mucho tiempo en la elite cultural chilena, esa misma a la que nunca accederán los que están dispuestos a “apaliar” la situación económica, la sequía y otras calamidades habidas y por haber y menos ¡mucho menos! aquellos que viven “conflictuados” por la “señalética”.